Todo mal esperaría de ti: es por eso que quiero de ti el bien. ¡De verdad que me he reído con frecuencia de los débiles, que se creen buenos porque tienen las zarpas cojas! A la virtud de la columna debieras tender: más bella se hace cada vez y más delicada, pero en sus adentros, más dura y resistente, en cuanto más se alza.
Sí, tú, hombre sublime: un día deberás ser bello y poner delante del espejo tu propia belleza. ¡Entonces tu alma se estremecerá de divinas ansias; y habrá adoración en tu vanidad! Éste es, pues, el secreto del alma: por primera vez, cuando el héroe la haya abandonado, se le acercará, en ensueños… el Super-héroe [der Ueber-Held].
Así hablaba Zaratustra.”
Friedrich Nietzsche: Así hablaba Zaratustra. Primera parte, “De los sublimes”.
Cubierta de la primera edición de Así habló Zaratustra: un libro para todos y nadie. Nietzsche nos saluda -a nosotros, los hombres venideros- en 1883; nos saluda desde lejos, y nos deja un mensaje en el epígrafe "De la chusma": a pesar de que "la vida es fuente de alegría", "dondequiera vaya a beber la chusma, la fuente queda emponzoñada". Pues hemos sido capaces de tomar la palabra "superhombre" entendiendo en ella justo lo que no tiene sentido que entendamos: "hombre multiplicado", "humano extrapotente", "Hombre del Mañana"... ¡pero todavía "hombre"!
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